miércoles, 13 de febrero de 2008
El Cristo de la sangre
Despues de Hablar del escultor llega el turno de hablar de su obra maestra.
EL CRISTO DE LA SANGRE
El Cristo de la Sangre es el titular de la Archicofradía y tiene su sede en la iglesia del Barrio del Carmen. Procesiona todos los Miércoles Santos siguiendo lo mandado en las Capitulaciones del año 1689 “habra de azer prozesión todos los años por el dia de miércoles en la tarde de la semana Santa y en ella aian de sacar luego las Insignias o pasos el primero de la santísima Sangre de Cristo, el segundo de la negación de San Pedro y el tercero de nuestra Señora de la Soledad cuias echuras las a echo dicha Cofradía con la limosna que algunos cofrades y personas devotas an dado”
La profesora Sánchez-Rojas Fenol manifiesta que las esculturas para la Archicofradía se realizaron entre 1688 y 1703. La única documentada es la del titular, la conocida como el Cristo de la Sangre “echura de cuerpo entero de Nuestro Sr, Jesucristo” con un coste de “doscientos cincuenta reales de a 8 de plata vieja”. De su mano serían también; la Negación de San Pedro, la Soledad y el Pretorio
Encargada al escultor en 1688 quedó decapitada y maltrecha durante la Guerra Civil (1936) fue restaurada por el escultor Sánchez Lozano. Según Sánchez-Rojas Fenol “en la composición solo varia la posición del angelito que recoge la sangre en el cáliz, que es uno de los cinco que completaba el antiguo conjunto del paso”.
Tradicionalmente esta iconografía se ha interpretado como una representación del Lagar Místico de tradición gótica, en ella Cristo esta pisando la uva y brotan chorros de sangre de sus heridas en costado, manos y pies.
De la misma opinión es Don Emilio Gómez Piñol cuando dice: “no se trata propiamente de una extraña versión de Cristo Crucificado” sino la “recreación escultórica de un antiquísimo tipo iconográfico de origen medieval: Cristo en el Lagar Místico”. Y afirma: “Acertó plenamente el estrasburgués al sintetizar la compleja trama de alegorías místicas en una majestuosa figura de un Cristo abrumado por la cruz-tórculo que, sin embargo, camina firmemente en la consumación del sacrificio de su sangre redentora”.
Don Germán Ramallo Asensio, aun asumiendo la versión del Lagar Místico propone otra “acorde con el temperamento místico del escultor” y reforzada por el “carácter itinerante del paso” en la que “Cristo no está pisando la uva, que no aparece; ni siquiera está dentro de una fuente como siempre se representa cuando quiere hacerse alusión al Lagar místico. Cristo va caminando y su actitud queda perfectamente definida cuando le vemos ladear la cintura pelviana, para echar hacia delante su pierna izquierda, cuyo pie ya apoya firme en el suelo, mientras ha levantado el derecho, aunque sin separar aún sus dedos de la tierra. Y en su caminar lleva la cruz, pero no como cuando marchaba al suplicio camino del Calvario, sino ya crucificado. Ya ha pagado. Ya ha cargado con todos los pecados de la humanidad y la lleva por el camino de la salvación”.
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